viernes 5 de julio de 2024
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Salud y nutrición

La dieta cetogénica o Keto, ¿es realmente un método para perder peso?

En el último tiempo ha cobrado gran interés esta forma de alimentación, lo que alerta a profesionales de la salud y la nutrición.

La dieta cetogénica o Keto, ¿es realmente un método para perder peso?

En la búsqueda de métodos rápidos bajar de peso han surgido varias propuestas o adaptaciones a tratamientos dietéticos ya existentes, y este es el caso de la dieta cetogénica (o dieta keto), que desde su origen es utilizada como parte del tratamiento de patologías específicas como la epilepsia, pero en el último tiempo ha cobrado interés entre personas que desean bajar de peso, y es un tema a tratar. 

Esta alimentación es tan particular que caer en recomendaciones generales sería un grave error, las experiencias individuales son valiosísimas y en nutrición todo es un gran “depende”, por eso es importante enfocarse en aquellas personas que han probado diversas dietas, se sienten frustradas y quieren seguir probando nuevos métodos que pueden parecer mágicos a la primera. 

La dieta cetogénica es un tipo de alimentación que consiste en ingerir muy pocas cantidades de hidratos de carbono (50-60 gramos por día), un contenido normal de proteínas y una mayor proporción de grasas. Si comparamos con las dietas habituales, las recomendaciones clásicas sugieren que de todas las calorías que ingerimos diariamente, entre un 40% y un 60% deben provenir de los hidratos de carbono (granos de cereales, pseudocereales, legumbres, frutas, verduras) y por lo tanto, el cambio de alimentación es bastante drástico.

 

 

Quienes se preguntan por qué se necesitan tales cantidades de hidratos de carbono y la respuesta es porque cuando se degradan en nuestro cuerpo se obtiene glucosa, que es el sustrato energético por excelencia del organismo. Ante consumos tan bajos (como sucede en este tipo de alimentación) se debe utilizar una vía alternativa para que las células puedan obtener energía y funcionar, así, es que las grasas deben oxidarse y a partir de ello se obtiene un sustrato energético alternativo -justamente esta oxidación es la que permite la pérdida de grasa corporal-. 

Cuando se compara esta alimentación con dietas no cetogénicas, la evidencia científica nos revela que tienen efectos similares y que las pérdidas de peso obtenidas no difieren significativamente. Lo que ocurre, es que es un tipo de alimentación que otorga gran saciedad y eso puede conllevar a un menor consumo de calorías, ya que las grasas permanecen en el estómago un mayor período de tiempo (estrategia que también puede lograrse sin caer en este tipo de dietas).

 

Seguir leyendo: Hacer dieta genera un aumento de peso y no la pérdida del mismo

 

Por otra parte, esta dieta presenta diversas desventajas. Por un lado, al limitar en gran medida la ingesta de frutas y verduras el aporte de vitaminas y minerales que ofrecen es muy bajo, por lo que llega a ser necesario administrar suplementos debido a que no se cubren los requerimientos que nuestro cuerpo necesita. Así mismo, esta situación repercute en la ingesta de fibra dietética y esto puede generar episodios de estreñimiento.

Cabe destacar también que los alimentos a excluir son aquellos que habitualmente se consumen con mucha frecuencia, por eso mismo, puede ser difícil de mantener ya que requiere preparación y conocimiento sobre la composición de los alimentos (como por ejemplo, saber cuáles son las frutas y verduras de menor índice glucémico para no sobrepasar el consumo de hidratos de carbono) e implica una gran carga económica. Y si lo evaluamos a largo plazo, habría que pensar si es un estilo de alimentación que permite adherencia y continuidad. 

Por último, vale aclarar que hay personas que podrían llegar a beneficiarse con una dieta cetogénica según el motivo de salud por el cual lo quieran abordar, pero no todas las personas pueden llevarla a cabo. Por ejemplo, para aquellas que tengan alguna enfermedad de base como patologías hepáticas, cardíacas o renales, no se recomienda por su alto contenido de grasas, lo que puede comprometer el funcionamiento de dichos órganos o tener otros impactos negativos en la salud. Por eso, en caso de que te interese perseguir este tipo de alimentación o ante cualquier cambio que quieras realizar en tu dieta, es estrictamente necesario que consultes con un profesional especializado.

 

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