Un día de septiembre de 2012 los vecinos de la zona de la Rural de Bolívar comenzaron a oír sonidos de tambores que provenía del domicilio 9 de Julio 737, casa que tiene la particularidad que linda con la calle cortada Fernández López que muere en esa esquina. Allí comenzó a cristalizarse el sueño de Raúl Chillón y Emiliana Ron que ya tenía nombre: La Fábrica del Ritmo.

Raúl Chillón había integrado Los Aparceros, el dúo Ventolera con Pey Rodríguez, y el grupo Adentro con Guille Airoldi; como percusionista venía de acompañar a artistas de la talla de La Bruja Salguero, Franco Luciani, y a Sebastián Cayre cuando todavía no estaba en Bolívar. Emiliana Ron fue fundadora en el 2001 de la murga “Los Aparecidos en la Celeste” (a fines de ese año se sumó Raúl para dirigirla).

Egresada de la carrera de Diseño y Sonido de la UBA, ya había filmado el corto ‘El caso de las hermanas Zuccardis’, había presentado en Bolívar su exposición ‘Ajenas’, sobre la trata de personas, y acababa de abrir Rompe-Coco, su escuela de experimentación y sonido. La escuela contaba con un profesor, Federico Ron, que se dedicó a las clases a los más pequeñitos. Federico formaba parte de Natural Reggae, banda local formada recientemente (el baterista era Federico Valentín, otro alumno de la escuela).

La Fábrica del Ritmo nació con un espíritu: sacar los tambores a la calle, “los tambores, por su naturaleza, lo piden”, decía Raúl, y aprovechando la cortada Fernández López, la apodaron ‘El callejón de los tambores’ y comenzaron a realizar los ensambles de los talleres combinados con exposiciones de artistas plásticos y un rico menú gastronómico.

En ese 2012 se presentaron en el Carnaval de Bolívar, enriquecedora vivencia para los alumnos que no todos los días tenían la chance de subir a tocar en un escenario ante una multitud. El año siguiente participaron en el 24 de marzo en el acto en el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia que siempre realiza Suteba; en un recital solidario en el club El Fortín, y una tocada muy recordada en La Vizcaína, junto a la banda olavarriense La Eskandalosa.

En ese momento el taller de La Fábrica del Ritmo trabajaba con tres grupos: uno de niños y dos de adultos, que se basaba en ritmos latinoamericanos: el son, que proviene de la región oriental de Cuba, con profundas raíces africanas y sabor hispano; el son montuno, un subgénero del son creado por Arsenio Rodríguez; el festejo el landó, provenientes del Perú, cuya característica distintiva es el uso del cajón peruano; y el merengue, originario de República Dominicana, que por su acento vertiginoso requiere de la destreza de sus ejecutantes.

El domingo 11 de agosto de 2013, en un Bolívar convulsionado por las PASO, los integrantes de La Fábrica del Ritmo ingresaban a ‘El Trébol Rojo’, el estudio de grabación que operaban en ese momento Paolo Felice y Sergio Ramírez, para registrar hasta ahora su único disco, que no podía titularse de otra manera: “El callejón de los tambores”.

Y ahí estaba La Fábrica del Ritmo, una veintena de integrantes, de diferentes edades, de gustos e intereses variados, seguramente con disímiles objetivos en cuanto a su aspiración en la música, todos con la vista clavada en el profe, muy atentos a sus indicaciones, preparados para sonar en comunión a través de la clave, las tumbadoras, las congas, la batería, los bongós, los cajones, el güiro y las semillas.

En sus casi doce años de vida La Fábrica del Ritmo fue creciendo y cambiando integrantes, siempre con Raúl Chillón como referente. Una característica más que interesante que comenzó a mostrar en sus presentaciones La Fábrica, fue la incorporación de instrumentistas y cantantes en una nueva faceta, la de La Fábrica del Ritmo Banda, con la intención de interpretar ritmos en formato canción. Suponemos que es algo que surgió en forma natural, ya que una de las facetas de Raúl Chillón es la de cantautor, de paso recomendamos su disco “Cuatro caminos” (2018), registrado en el Trébol Rojo.

En Me Encanta Bolívar 2015 mostraron ‘La Danza de Los Mirlos’, un clásico instrumental de Los Mirlos, más ‘Tarjetita de invitación’, cumbia de Sebastián Mendoza, con la voz de Ezequiel Sánchez. En el Me Encanta del siguiente año presentaron ‘Lambada’ (Kaoma), con Matías Cajal rapeando, y ‘Cumbia poder’ (Celso Piña) con la voz de Clara Tiani. Raúl Chillón tomó el papel de cantante en el festival de 2017 haciéndose cargo de ‘¿Cómo qué no?’, la canción del uruguayo Gustavo Pena, ‘El Príncipe’.

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Durante la pandemia en 2021 La Fábrica subió al escenario de un Teatro Coliseo vacío, y por streaming realizaron un set instrumental con una agrupación acotada. Volvieron un año después con un recital dedicado exclusivamente a los ritmos de Perú, y con Jazmín Woycik como única cantora, interpretaron ‘Toro mata’ (Tradicional), ‘Ritmo de negros’ (Pepe Vásquez), y ‘Ritmo, color y sabor’ (Eva Ayllón).

En un Me Encanta emplazado alrededor del Centro Cívico, este año La Fábrica del Ritmo Banda mostraron ‘¿Cómo qué no?’ (El Príncipe), ‘Milonga Queer’ (Susy Shock), ‘Encuentro en Cajamarca’ (Víctor Heredia), y ‘El campanero’ (El Tigre Sabanero). La primera voz fue de Raúl, acompañado de las voces de Maia Acosta y Melina Cardoso. Agustín Rusillo, Ruper Palavecino, Sergio Ramírez y Bruno Irartorza en bajo, Nico Holgado en guitarra, Maia Acosta en teclados y “Chiqui” Chávez en quena, fueron los artistas que participaron en estos festivales.

Por último, no podemos citar a las decenas de tamboreras y tamboreros que pasaron o que están actualmente en la escuela. Ellas, ellos y sus tambores son el alma y corazón de la escuela, pero sí podemos nombrar a Graciela Caivano, la única integrante que continúa en La Fábrica del Ritmo desde su fundación.